jueves, 11 de agosto de 2011

Por una Taza de Té

Si el odio se pudiera conservar en botellas, habría más litros de esta visible sustancia que de vino. Habría entonces más borrachos de odio que de alcohol. De hecho los hay.

Cuando mi mente se pone a trabajar en los recuerdos, se evocan situaciones que ni siquiera he vivido, pero algunas son tan impactantes que son imposibles de olvidar.

Es en ese momento cuando me siento, y agotada, disfruto de mi taza de té, tranquila, esperando apenas que llegue el momento de volver a amar.



Incluso Alicia podía saber cuándo la estaban tomando el pelo, pero su inocencia llegaba a límites insospechados. Su malicia crecía muy lentamente en ella, y cuando pasó el tiempo hizo mella y le dejó una profunda marca en su ser. Le había pasado por desapercibido que su marido le ponía los cuernos con su mejor amiga, hasta que un día los vio tomando café en una chocolatería. El hecho de verlos juntos no le afectaba de por sí, porque ella también era amiga de Julián, pero no podía aceptar que estuviesen tomando café, y menos aún en una chocolatería, siendo tan extraña la situación.

Todo el mundo, incluso dios y la virgen del motocross, sabía que ella le tenía fobia al café, pues su madre se ahogó con una taza de esta excitante bebida cuando ella apenas contaba 7 años. Para colmo era alérgica al chocolate. Julián conocía perfectamente los resentimientos de Alicia hacia el chocolate y hacia el café, y su actitud taciturna sólo podía delatar una traición.
O así lo pensaba ella.

Todo fue maravilloso hasta después de comer. Julián fue al salón mientras Alicia aún permanecía en la cocina. Típica escena de cualquier hogar. El agua se calentaba en la vitrocerámica, mientras dos bolsitas de té esperaban en sus respectivas tazas. En el fondo de una de ellas estaba escrito con letras negras YO, y en la otra TÚ, lo que demostraba un gran egoísmo por parte de Alicia, ya que ella siempre se quedaba con la primera, dejando que la taza que le daba a Julián fuese para que pensase en ella.

TÚ-TÚ habría sido un poco snob, y YO-YO sonaba a juego infantil, por lo tanto lo más inteligente y egocéntrico era YO-TÚ.

Alicia sirvió el agua en las tazas, que pronto alcanzó un tono rojo muy oscuro. Oía desde la cocina la canción del encabezamiento de alguna telenovela, y sabiendo que Julián no la observaba aprovechó para sacar un frasquito que tenía en un bolsillo del pantalón y le añadió unas gotitas de cianuro a TÚ, suficientes para acabar con un caballo. Se encaminó al salón con una taza de té en cada mano, y cuando iba a ofrecérselo a su esposo, el teléfono sonó. Dio media vuelta y dejó las tazas posadas en la mesita del teléfono para poder contestar.

Afortunadamente se habían confundido, pero Julián se había levantado y estaba a la altura de Alicia cuando ésta colgaba el auricular. Ella se asustó al verle detrás, y enseguida le ofreció el té. Él lo aceptó gustoso, y se sentó en una de las butacas. La mujer se sentó enfrente, con una sonrisa en los labios, mientras movía lentamente con la cucharilla el líquido que había marcado su vida. Lo mismo hacía Julián, agitando simplemente su taza de té.

- Julián, ¿te gusta el café? - preguntó mientras sorbía un poco de té.
- Sabes que no - respondió él fríamente - Yo sólo tomo cacao y té.

Y con estas palabras flotando en el aire, el hombre acercó la taza a su boca. Julián cerró brevemente los ojos, y Alicia, con un bostezo, esperaba resultados.

- ¿Y el chocolate, Julián? ¿Te gusta el chocolate?

Tomó otro sorbo de té esperando la respuesta de su marido, que empezaba a sentirse incómodo.

- ¿Chocolate? - respondió amenazante - ¡Sabes que es demasiado fuerte para mi úlcera de estómago!

- Pero eso no quita de que te guste. Además, el cacao soluble es chocolate, ¿no?
Julián acabó rápidamente su taza de té, y respondió cansinamente:

- Pero eso es diferente...

No hubo más palabras. El hombre se recostó en la oreja de la butaca, y Alicia observaba cómo sus ojos se iban cerrando lentamente. Miraba atenta a su marido, mientras recostaba su cansado cuerpo en el cuero de la butaca. Acabó su taza de té observándole detenidamente, pero también se dejó balancear muy poquito a poco por el sueño de Morfeo.

Julián terminó cerrándolos, y Alicia sonrió maliciosamente, mientras a ella le quedaban segundos para caer profundamente dormida. Con los ojos ya casi cerrados miró la taza, pero una expresión fría borró la sonrisa de su cara. Estaba leyendo TÚ, y no YO. Apagó su mirada y la taza cayó al suelo, rompiéndose en mil pedazos, deshaciendo en el olvido las letras dibujadas en el fondo de la taza.

Julián creyó despertar de un largo sueño, pero se encontraba sentado ante un tribunal que le juzgaba por el asesinato de su esposa. Fue declarado culpable y condenado a la pena capital por violencia de género con alebosía y traición.
Su último deseo fue una taza de té.


Ahora yo, en absoluta soledad, tomo café en aquella chocolatería. Aún así, muchas veces recuerdo a mi mejor amiga y a su marido, que concluyeron sus días Por una Taza de Té.