lunes, 6 de diciembre de 2010

Habló de Putas La Tacones

Esta es una historia para el taller "Cuéntame un cuento que no te sepas 2008-2009" con la que sorprendí como primera historia que leí en el taller. El trabajo consistía en coger una serie de papelitos del suelo con frases hechas escritas, y componer una historia a través de ellas con un sentido lo más literal posible, obviando el significado popular. Las frases fueron las que destaco en el texto.

Miraba los ojos oscuros de mi cabra mientras la ordeñaba, y ella me miraba extrañada de que le estuviera dando un masaje en sus pechos henchidos y llenos de amor de cabra. Yo mantenía largas conversaciones con mi cabra mientras la ordeñaba. Ella me respondía cariñosa, pero como no sabe hablar castellano entre ella y yo sobran las palabras, pues ni ella me entiende, ni yo balo “cabra”.

Una tarde, mientras la ordeñaba en la ladera de la montaña, pasó por allí “El Monte”, mi primo pueblerino, zoófilo desde los 15 años. Tacones, que así se llamaba la cabra, no pudo resistir la tentación, me dio una coz para que dejara de acariciarle las ubres, y delante de mi, sin ningún tipo de pudor, la cabra se tiró al Monte. El Monte, por supuesto, feliz, se fue con una sonrisa en los labios, una vez que hubieron acabado. Claro, a su edad, todo es felicidad. No es lo mismo tener 27 años que 72, como tengo yo ahora. Todo se ve distinto, con resignación, mirando en fin.

Tacones y yo pasábamos las tardes de verano tumbados en el césped frente a mi cabaña, y tranquilamente veíamos pasar a la gente del pueblo. Yo acariciaba su mata de pelo grueso, y la peinaba con un peine roto que me dejó mi padre como herencia, junto al establo, donde Tacones pasaba sus días. El peine dejaba en su cuerpo rayas, simulando ser una cebra. De pronto, mientras yo peinaba su barba de chivo, y en perfecto castellano me dijo: No me rayes, que mi pelo es liso. Así que dejé de peinarla, y la ordeñé una vez más. Mi cabra comenzó a hablarme de su planeta, y empecé a entender lo cabrón que es el mundo. Me habló de sexo, de amor, y de sentimientos en su pelo. Me habló de putas la tacones, y me habló de drogas y marihuana, y de por qué los cepillos tienen cerdas, y por qué las cerdas tienen dueños que se las cepillan, de por qué las cabras se tiran “al Monte”, y el Monte se va feliz.

Lo que nunca me contó la Tacones es que en su planeta todas las cabras tienen poderes, y que pueden convertir en piedra todo aquello que deseen. Así que cuando La Tacones y El Monte decidieron “living la vida loca” en pecado, y antes de que yo pudiera decir nada, mientras la ordeñaba y le acariciaba las ubres, me lanzó un rayo cósmico y me dejó de piedra, dejándome como una estatua en el jardín de mi cabaña, mientras mi primo y ella vivieron de forma pecaminosa ocupando, de forma ilegal, mi vida, mi alma, y toda mi existencia.

2 comentarios:

Stultifer dijo...

Un día te pediré un relato corto para publicarlo en papel.

Anónimo dijo...

Hey, I am checking this blog using the phone and this appears to be kind of odd. Thought you'd wish to know. This is a great write-up nevertheless, did not mess that up.

- David